Todos los espacios públicos son por definición compartidos y la vía pública es la piel mineral y sintética con la que se visten, son una fiel proyección política y social que indistintamente nos cubre y nos repele. De entre estos elementos que la puedan componer la capa de comunicación es la que ejerce la voz organizadora (o controladora) que nos identifica el mundo y sus normas, y en los cuales podemos encontrar desde los más elementales arquetipos de lenguaje humano hasta la más pura artesanía.
Esta instalación es un recuerdo de la improbabilidad urbanística, la felicidad convertida en basura por la gentrificación, la apropiación del espacio urbano por el transeúnte como gran tablón de anuncios, la soledad acompañada y la variedad de oficios que se perpetúan, inventan, transforman y desaparecen.
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